la vida, un camino.

Un joven va caminando, va caminando solo.
Pensando en la soledad del camino. Mucha gente lo acompaña, van a ambos lados del camino, pero no en el camino. Va solo en la oscuridad tratando de alcanzar el horizonte lejano.
¿Dónde termina su andar? Ese es el misterio que lo motiva y la respuesta de este lo aterra porque significa el fin del camino… el fin de la existencia.
De pronto se detiene y los que van junto a el lo aguardan a la orilla del camino, el los observa y les agradece desde el fondo del corazón sus compañía y les dice que a pesar de eso, se siente solo pero ellos no lo entienden.
Emprende de su nuevo su andar sombrío por el camino misterioso, solo se escuchan sus pisadas solitarias y de vez en cuando una palabra de aliento de parte de los que lo acompañan que lo impulsa a seguir.
El va ensimismado en sus pensamientos y no se percata que cada vez hay menos gente a su lado acompañándolo, durante una fracción de segundo se percata que la gente disminuye y entonces los divisa a lo lejos en sus propios caminos, al igual que el son almas solitarias pensando en la inmensidad del camino y le sorprende ver caminos donde hace mucho tiempo dejo de transitar alguien y ahora solo son monumentos al recuerdo de personas que quizás amaron u odiaron, pero eso es algo que el jamás sabrá.
Después de caminar por años hacia el horizonte inalcanzable encuentra un camino que se cruza con el suyo y se detiene en el cruce a esperar. No sabe que espera solo tiene el presentimiento de que se trata de alguien al que ha estado unido desde antes de empezar a caminar.
Por años espero hasta que a lo lejos diviso la figura de una persona que se acercaba hacia el con los brazos extendidos. El joven corrió al encuentro de aquella persona y a ambos los invadió un sentimiento de amor y se fundieron en un abrazo que prometía ser eterno… pero solo lo prometía. Las décadas pasaron por ese abrazo hasta que la persona hablo
- no tienes por que seguir caminando, nos podemos quedar abrazados en este cruce por toda la eternidad
- no puedo quedarme aquí- le respondió el joven mientras sentía su corazón romperse- aunque la oferte es tentadora y tu abrazo reconfortante, debo seguir mi camino para llegar al final y saber quien soy y tu debes hacer lo mismo. Siempre te tendré en mi recuerdo junto con este cruce pero debo partir…adiós.

El joven rompió el abrazo embriagador y emprendió de nuevo su andar pero esta vez solo lo acompañaban los sonidos tristes de sus pisadas.

La noche comenzó a ceder ante la luz del alba que poco a poco tomaba el control del cielo. Y miro un arco que dividía el camino y en el umbral escrito estaba:

“este es el fin de la jornada ahora debes descansar y porque para llega al final debes emprender el andar con el nacimiento de la noche”.

El contemplo la terrible sentencia y triste se quedo a descansar bajo el arco.