Estaba en su escritorio, las luces apagadas y
el olor del tabaco mezclado con ron hacían que lo soledad se volviera tangible.
Alguien con confianza a él quizás hubiera visto su mirada, repleta de
melancolía y dolor. Algo había perdido, alguien se había alejado de él, pero más
allá de su alcance.
Abandono, esa era la palabra que describía su
estado. No había culpables, todo fue fortuito, nunca pensó que sucedieran así
las cosas.
Lentamente bebió el ron que le quedaba en el
vaso, fumo por última vez en su vida y comenzó a escribir. Era el relato de su
dolor, de su felicidad, las historias que quedaron en su mente y formaron
recuerdos. Se dispuso a escribir todo lo que había vivido, era lo menos que
podía hacer por él, además, solo eso mitigaba su dolor.